comercio electronico
Las crisis ponen a prueba la capacidad de reacción, tanto de las personas como de las empresas। La situación actual, con muchos hogares europeos con dificultades para llegar a fin de mes, ha provocado que cada vez sean más los consumidores que dedican tiempo a buscar y comparar ofertas de productos y servicios en Internet, con la esperanza de encontrar precios más baratos. Al posible ahorro, la compra online añade otra ventaja: poder elegir entre una gama más amplia. Del otro lado, el comercio, esta nueva forma de vender facilita la apertura a nuevos mercados con considerables ahorros de costes. Parece que todo sean ventajas y, sin embargo, un एस्तुडियो publicado este lunes por la Comisión Europea pone de manifiesto las dificultades de crear un mercado electrónico europeo del que se beneficien ciudadanos y minoristas.
El comercio electrónico en Europa está muy fragmentado. Hay muchos factores que presentan un impacto negativo en la confianza de los consumidores, tales como la preocupación por la protección de datos personales, el riesgo de falsificaciones, o la existencia de prácticas comerciales desleales. En el caso concreto de los españoles, casi el 70 por 100 afirma haberse encontrado con publicidad engañosa y ofertas fraudulentas, mientras que sólo el 28 por 100 se mostró satisfecho con la tramitación de reclamaciones, siendo éste el porcentaje más bajo de la Unión Europea (UE) en esta cuestión. Otro dato destacable del informe es que, siendo los segundos más propensos a cambiar de banco a través de Internet, más de la mitad (el porcentaje más alto de la UE) afirma tener dificultades para comparar las ofertas de las diferentes entidades. En cuanto a operaciones internacionales, durante el año pasado sólo un 7 por 100 de los consumidores españoles compró algún producto o contrató algún servicio en otro país utilizando la red. La cifra es muy baja si se tiene en cuenta que aproximadamente una cuarta parte de consumidores de la UE ha hecho al menos una compra internacional online en 2009.
Los ciudadanos europeos siguen prefiriendo comprar tanto bienes como servicios en su propio país. No hay barreras legales, pero sí otras que condicionan el comportamiento, como el idioma o la inseguridad que provoca el desconocimiento de las respectivas leyes de protección de los consumidores. Son obstáculos que prevalecen sobre el mero criterio económico. El informe de Bruselas lo demuestra. Previo a su redacción, la Comisión hizo un estudio a finales del pasado año en el que se analizaron un centenar de productos de uso común en los 27 países de la UE. En la mayor parte de los casos, se encontraron mejores ofertas en el exterior que en el mercado doméstico. En el caso de trece países, entre ellos España, Portugal, Italia, Grecia, Dinamarca o Finlandia, más de la mitad de los productos utilizados de muestra se encuentran un 10 por 100 o más baratos fuera de las respectivas fronteras.
Por otro lado, sucede algo que la Comisión Europea califica de "desgracia": hay consumidores discriminados por el mero hecho de pertenecer a determinados países y cita a Bélgica, Bulgaria, Letonia, Malta y Rumanía. El texto afirma que "no todos tienen igualdad de acceso a las ofertas transfronterizas" y explica cómo, en algún paso de la transacción, aparece alguna excusa que la interrumpe. En total, se hicieron casi 11.000 pruebas. Sólo en el 39 por 100 de los casos se pudo finalizar el pedido.
Los comerciantes minoristas, a su vez, reclaman soluciones a sus dificultades. Por ejemplo, las diferentes normas en materia de IVA y otros gravámenes, las tasas de reciclaje o la gran variedad de regulaciones de protección del consumidor. La forma en que estas reglas se aplican difiere notablemente de un estado miembro a otro. Por ejemplo, ocho de cada diez entrevistados para el trabajo se consideraban bien informados acerca de la legislación sobre consumo. Sin embargo, sólo dos de cada diez supieron contestar a una pregunta tan sencilla como los plazos de devolución de la mercancía adquirida.
El presidente de la Comisión Europea se ha comprometido a eliminar lo que llama obstáculos injustificados al comercio de productos en el mercado interior europeo. Entre otros puntos, su propuesta pretende fusionar las cuatro directivas existentes en materia de protección de los consumidores en un único instrumento que simplifique y actualice las normas.
A los españoles les va a pillar con los deberes bastante adelantados। De todos los últimos estudios e informes publicados por Bruselas, éste acerca del comercio eléctrónico es de los pocos que sitúan a España entre los mejores. Es, junto a Austria, el país más preparado para vender bienes y servicios al exterior vía online o, como dice literalmente el informe, el más accesible técnicamente y con menores tasas de fracaso en las operaciones. Por otro lado, según el último informe sobre el comercio electrónico en España publicado por la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, en el tercer trimestre de 2009, el volumen de negocio de las transacciones dirigidas hacia el exterior fue de 678 millones de euros, una cantidad que representa casi la mitad del importe total. El importe de las operaciones realizadas desde otros países dirigidas a sitios web españoles superó los 174 millones de euros. En total, se completaron casi millón y medio de operaciones.
Fuente:
http://www.mundodelmarketing.com/noticias.php
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